El ecosistema nacional de medios digitales se ha tardado en dejar atrás el modelo de finaciación de la época anterior. La publicidad y las ventas de los rotativos impresos son insuficientes ahora. Las ventas impresas están condenadas, como los dinosaurios, a la extinción. Nada ni nadie puede basar su comunicación con el mundo exterior con base en las fuentes de financiamiento que operaron en la época analógica.

Y aunque el 85 por ciento de los medios de México está considerando el cambio de modelo a la suscripción de paga por los contenidos, el ecosistema lidia todavía con una audiencia moldeada en la cultura de los accesos gratuitos. Tan pronto muten de piel y apriete el ecosistema de medios el botón del cambio irreversible, más pronto se abandonará la nostalgia de los años dorados de los resortes materiales de la comunicación unidireccional.

Dicho de otra manera, el ecosistema de medios digitales buscará introducir lo que Netflix ha consolidado globlamente para con las series de ficción en pantalla o lo que Spotify ha logrado para con la música repetitiva y convencional.

¿Y qué pasaría si el ecosistema de medios digitales falla en el intento? ¿O si el ecosistema retrasa innecesariamente los nuevos códigos de acceso? Estaremos viviendo la ultra fragmentación. Los medios estrictamente locales estarán publicando noticias de día y ofrecerán panecitos de dulce o elotes con crema por las noches. Desde luego, la alta calidad de los contenidos estará reservada a quienes pueden pagar por ella. Y todo lo gratis estará condenado a ser malo, contenido de relleno o sólo útil para mandarlo al cesto de la basura.

En esta mutación del consumo periodístico digital por venir, los medios nativos digitales que no han sido corrompidos por la publicidad comercial u oficial enfrentarán un campo más amplio de acción, incluso un campo más atractivo para la experimentación formal. En el cambio de paradigma, tienen mucho por ganar, como la diverisifación de las audiencias de nicho o el puente con las audiencias más amplias. O tendrían poco que perder, como la estabilización de una audiencia pequeña, fiel, todavía por descubrir y consentir mucho mejor. Pero su canal de transmisiones será inestable, en el riesgo siempre de aventar la toalla blanca al centro del ring.

A diferencia de los grandes coorporativos que por los muchos negocios que movilizan (entre ellos estufas, televisiones, créditos y colchones), los medios de comunicación de los grandes coorporativos han sido siempre secundarios en la suma total de sus activos. De tal suerte que las audiencias por retener o por conquistar serán para ellos metas mucho más escurridizas de conseguir. No sólo porque lidiarán con el estigma de una marca poco confiable o meramente informacional, sino porque enfrentarán audiencias jóvenes, moldeadas por la intensificación de la competencia que ha empujado el cambio de paradigma.

La BBC de Londres nuevemente se muestra como el agente global de reajuste permanente. Sostiene la compañía europea más importante del audio que el campo emergente del podcast es la irrupción de voces nuevas, con perspectivas frescas. En los próximos meses y años, ¿quiénes serán las voces nuevas con perspectivas frescas en los contenidos que más nos convocan (como el político, el cultural o el artístico)?

Además, por un defecto serio en la indexación del ecosistema de los audios, el audio ha logrado por ahora evadir los algortimos de la censura, fenómeno éste que se ha expandido en plataformas como YouTube. En México, los youtubers que han alcanzado audiencias significativas, de 500 mil a más de un millón de suscriptores, lidian penosamente con la desmonetización que efectua la plataforma cada vez que sus contenidos políticos de coyuntura no satisfacen a los patrocinadores.

Y, desde otro ángulo de consideraciones, los grandes jugadores del ecosistema de los audios no terminan de explorar el campo. Ocurre un traspaso de ejecutivos de alto rango de las compañías tecnológicas. Ahora sucedió con la antigua jefa de contenidos de Apple Podcast, que se ha mudado a Netflix, quien la ha contratado recientemente para abrir en lo venidero los canales de audio de la plataforma por antonomasia de las series de televisión.

No todo es miel sobre ojuelas. Analistas financieros dudan cada vez más de la súper rentabilidad de Spotify por medio de los podcast. La calificación ha pasado de “rendimiento de mercado” a “rendimiento inferior”. Y si bien Spotify no se ha convertido en el monopolio de los audios, lo cierto es que se ha alcanzado un lugar dominante para el ecosistema global.

Y aunque Spotify ha ganado exorbitantes cantidades de dinero a partir de contratos exclusivos con podcasters del tipo Joe Rogan y los Obama, la monetización en general sigue siendo el aspecto más negativo para todos los productores de contenidos.

¿Podrán Amazon y Google aprovechar las grietas que han aparecido? Resolver los candados de la monetización será sin duda la energía vital para la estabilización del entero ecosistema global de audios.