Terminó la consulta popular este pasado domingo primero de agosto. Las cifras empiezan a estabilizarse y las interpretaciones difieren. La oposición celebró los datos brutos nimios a los que se redujo la votación y alardeó muy segura que el juicio a los expresidentes fue pantomima y show. De la oposición, reaccionaria y abstencionista, era lo menos que podía esperarse.
Pero si uno calibra bien a bien las cifras, yo no estaría tan sonriente ni festivo. Ese poco más del 7 por ciento del patrón electoral que participó en la consulta, es más o menos el 7 por ciento que obtuvo justamente el PAN en la elección intermedia. Y si uno lo mira más de cerca, este porcentaje, eso sí, lejos de ser contundente para llevar a los expresidentes a juicio político, es muy superior de lo que alcanzaron en las intermedias los partiduchos como el PRI, Movimiento Ciudadano, el Verde y los tres o cuatro individuos que conforman hoy el PRD.
Se gastaron 500 millones de pesos en la consulta. La oposición pegó el grito del despilfarro. ¿Es poco? ¿Es mucho? Aunque Lorenzo Córdoba aseguró que el Instituto Nacional Electoral no tuvo un solo peso adicional de lo presupuestado para esta consulta, es la misma cantidad de dinero que aprobó el Congreso este año para los partiduchos anteriores. ¿Quién fue el responsable de una consulta sin fondos? ¿El INE? ¿El Congreso? ¿Hacienda? ¿La 4T?
Más allá de las cifras y los dineros, sugiero ver con relativo optimismo este primer ejercicio de consulta popular, la primera formalmente en nuestra historia política.
El resultado fue un SÍ, contundente, pero incapaz de dar la luz verde al fin último. Para no variarle, la actuación del INE fue dudosa, a algunos la juzgaron de boicoteadora. La pregunta, además, no se entendía nada. AMLO decía que sí y luego no, y MORENA quiso movilizar energías a destiempo, sin encauzarlas realmente. Big surprise.
Pero los que salimos a votar el domingo, incluso crudos, ciertamente queríamos otro desenlace. Habrá que preguntarse con seriedad qué pasó exactamente. ¿Fueron los dineros, la pregunta, el número de casillas, la falta o la ausencia de qué? Nuestra democracia, en tiempos de la 4T, sigue pisando terrenos fangosos.