No me atrae la oposición política actual. No me convencen las acciones ni los argumentos esgrimidos, o que intentan verter, para orientar el estado de la opinión pública hoy. Una opinión en México que se debate entre respaldar a la 4T, entender sus medidas, sus desfalcos, sus contradicciones, ejercer la crítica válida, informada, necesaria; o de ir simplemente en contra.
Recapitulemos y veámoslo juntos en poco tiempo. A la oposición actual que surgió desde la sociedad le dio por salir a marchar en autos en algunas ciudades capital. Marchar en autos. Ruido de las bocinas de los automóviles, mantas inverosímiles; bonitos, estrafalarios, tiznando la atmósfera y el aire, ejerciendo, eso sí, el fundamental derecho a la libertad de expresión, de tránsito, de libre manifestación. Pueden excusarse de que salieron a marchar en autos por la pandemia; lo cierto es que el nuevo virus ha despertado los gérmenes del delirio: miedos excesivos, clasismo, postular supuestos enemigos que no existen como el comunismo o el autoritarismo o el anti-intelectualismo.
Como quizá muchos de ustedes lo recordaron, hace poco se conmemoró el asalto al cuartel Madera, Chihuahua, un 23 de septiembre del lejano 1965. Jóvenes idealistas, si quieren; bueno, habían leído con mucha intensidad las páginas marxistas y los líderes fueron, desde luego, profesores rurales radicalizados. El escritor, ya fallecido, Carlos Montemayor, especialista en movimientos guerrilleros, escribió una de sus obras memorables: Las balas del alba, donde usó las armas de la ficción para entender el lenguaje de las armas. Aquel asalto fue orquestado por una oposición a un régimen monolítico y autoritario, realmente monolítico y autoritario, que arriesgó la vida por las ideas políticas que defendían. Una oposición realmente real. Recuerde entonces la siguiente imagen: de arriesgar seriamente el pellejo con las armas en la mano en el pasado a marchar en autos Civic, hoy.
Después, más recientemente, los campamentos sin habitarlos. Casas fantasmas que volaban al encontrarse con la fuerza del aire, ocupación espectral; una oposición desde la sociedad sin horizonte claro, reciclando sin ton ni son la imagen de la virgen de Guadalupe y la perorata anticomunista. Nuevos géneros del pastiche y lo ridículo. Ecos cristeros, señaló muy bien Lorenzo Meyer, un hombre de negro, analista, que sale en televisión. En movimientos populares previos, antes del nuevo virus, en movimientos sociales anteriores, realmente sociales, se marchaba a pie bajo el sol inclemente, se tomaban y se cerraban avenidas. Se encendían los micrófonos, se lanzaban las consignas, se exponían las demandas o las peticiones. Gente real acampaba en los corredores o en las plazas, y los rostros se ensuciaban de polvo. Se sudaban las piernas para bailar porque el movimiento social ha sido también una verbena popular. En la oposición desde la sociedad que se aglutina bajo las siglas FRENA, de frenar obvio a la 4T, al gobierno de López Obrador, sin embargo, se enaltece el odio. FRENA es una expresión fascista, no nos engañemos, cuyo argumento es la negación sistemática. No sabemos qué clase de ideas de interés propone FRENA para enfrentar los desafíos del país, pero sí sabemos que empujan, con todo y virgen María, el credo del NO. Negativa a todo lo que haga, diga, ejecute, demuestre, argumente la actual figura presidencial o el gobierno que representa.
En los movimientos sociales, realmente sociales, se sudan las piernas porque muchas veces hay tensiones en las calles, férreos policías al acecho, persecuciones, cárcel, desafortunadamente desapariciones o muertos. Lo sucedido, a lo largo de muchos años, con el Ejército Zapatista, la violencia sexual ejercida contra mujeres en Atenco, lo sucedido con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, en Oaxaca, con los movimientos estudiantiles, los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Y, aunque el portavoz principal de FRENA ha sido hasta ahora un archi agresivo, demencial y esquizofrénico, el campamento de FRENA ha sido resguardado por elementos policiales de la ciudad. Salvo las marchas del EZLN en 2001, que yo recuerde, no se habían visto atenciones de un gobierno para con un movimiento de oposición desde la sociedad. Mantenga presente esta otra imagen: un gobierno de izquierda en funciones en la ciudad que trata bien a sus opositores.
Uno esperaría una actuación meditada, atractiva, mediada, qué sé yo, por parte de la oposición intelectual. Este gremio trabaja y vive para las ideas. Mejor aún: cierta oposición intelectual en México ha trabajado medianamente para las ideas, pero ha vivido bastante bien de ellas por todo lo que ya sabemos: subvenciones o subsidios públicos, contratos facilones, privilegios, cientos de miles de revistas compradas, tratos especiales por parte de los gobiernos anteriores. Aquello es el mundo del privilegio, no es el mundo real, que te golpea primero y sin piedad. Una editorial realmente independiente se enfrenta por sí sola a las leyes frías, salvajes o de hierro, del mercado editorial, y esta circunstancia, por sí misma, es la responsable de que proyectos intelectuales de diversa índole, de ideas, de reflexión política, duren poco tiempo en sociedades como las nuestras.
Y ¿qué ha pasado? La oposición intelectual de nuestros días se ha volado las pocas neuronas que les resta en la elaboración de desplegados, ampliamente difundidos por los medios tradicionales, firmados fundamentalmente por trabajadores o colaboradores de las revistas Letras Libres y Nexos; y curiosamente también por un difunto que debió regresar de la muerte y firmar la queja. Contados, se deslindaron y señalaron que se usaron irresponsablemente sus nombres.
Intelectuales realmente intelectuales, críticos, de oposición, probados, serios, digamos un poco exageradamente, Foucault, Bourdieu, Manuel Castells, Zizek, y otros, salieron a las calles y se expusieron en carne propia y en público. Tomaron los micrófonos y respaldaron alguna causa que juzgaron justa, pública, política, de algún movimiento serio de oposición. El día que abandonen la zona de confort los Aguilar Camín, los Roger Bartra, las Denise Dresser, los Enrique Krauze, los José Woldenberg, las María Amparo Casar, etcétera, quizá, probablemente, no sé… El día que la intelectualidad de oposición actual argumente bajo el sol inclemente o bajo la lluvia habrá entonces algo qué escuchar.