El presidente Alberto Fernández, su esposa y una pequeña comitiva argentina visitaron México el pasado mes de febrero en el marco de la celebración de 200 años de la consumación de la independencia de México. Una celebración histórica nacionalista, muy ad hoc para dos mandatarios con fuertes proyectos en torno a la exaltación de la nación. Fernández fue invitado especial y huésped de honor. La visita tuvo varios puertos de recibimiento. Una intervención conjunta con el presidente mexicano en la conferencia matutina del martes 23, conocida entre nosotros como las mañaneras. En esta conferencia, entre otros aspectos, nos enteramos de las llamadas vacunas VIP en la Argentina: esta circunstancia de adelantarse en la fila de los funcionarios para la obtención de las vacunas, rostros del influyentismo o del lado oscuro del capital político. Antes de la visita de Fernández, en México se denunciaron oficialmente también un par de casos, pero el país austral sumó varias decenas de ellos; valió la cabeza de un ministro y generó animadversión al gobierno de Fernández por parte de la sociedad argentina. Che, no era para menos. Pero en el lejano Perú el fenómeno ascendió a centenas de casos y mejor no les cuento lo que pasó en Ecuador.
El presidente argentino tuvo también encuentros con intelectuales y empresarios. Muy potente su discurso en la Cámara de Senadores. Fue condecorado como ciudadano ilustre por parte del Gobierno de la Ciudad de México e invitado distinguido, decíamos, en el acto de conmemoración histórica en Guerrero, estado sur del país.
No tengo registro de un recibimiento tan cordial para un presidente argentino, o de cualquier otro mandatario de la región; y era imposible en el pasado inmediato, porque en la época de Néstor K, digamos, aquí en México gobernaban (es un decir) los neoliberales Vicente Fox o Calderón. Por fin coincidieron en el tiempo dos figuras similares. Por fin se encontraron presidentes populares de dos pueblos que se quieren. Desde una perspectiva mexicanísima, Fernández pasaría como el López Obrador argentino, aunque Fernández es pro aborto y López Obrador es ambiguo, no va por ahí. Sea lo que fuere, el acto refrendó varios compromisos frente al desabasto de las vacunas ordenado por el Big Pharma, así como se evidenciaron problemáticas históricas de nuestra región.
Ambos países plantearon la necesidad del acceso universal a las vacunas en el Consejo de Seguridad de la ONU; una petición respaldada por otras naciones, desde luego, que se topó con el principio de realidad. Los 10 países más ricos del globo concentran 8 de 10 vacunas producidas en el mundo. Y esta tendencia dista de atenuarse. Constatamos una vez más las dinámicas sanitarias de la desigualdad. La división axial entre centro y periferia sigue siendo una división estructural para entender el mundo contemporáneo.
Junto con la Fundación Slim del empresario multimillonario y dos laboratorios distintos, ambos países desde el año pasado signaron un acuerdo de coproducción de la vacuna anglosajona AstraZeneca. Esta visita de Fernández constató los detalles últimos del proceso de envasado final en México de 12 millones de vacunas iniciales, listas para su distribución para el mes de abril. Se estiman 200 millones de esta colaboración coordinada y múltiple. Esta cantidad significativa no sólo se destinaría a los dos países del acuerdo, sino consideraría a toda América Latina. Es una lástima que esta vacuna anglosajona no sea una opción por ahora frente a las cepas sudafricana y brasileña del nuevo virus.
La Argentina también ayudó a México a gestionar el acceso a la vacuna rusa, el veneno milagroso que todos la desean ahora, tanto en México como en otras latitudes, porque mientras los laboratorios europeos cerraron la distribución, la Sputnik V entró al rescate. Esta vacuna rusa, que circula exitosamente en México, Paraguay y Venezuela, se combatió duramente por la vulgar propaganda de la oposición política del gobierno de México; una diatriba que resucitó por momentos la animadversión hacia los soviets, digo, hacia los rusos. La guerra fría de las vacunas, como se dijo muy bien en otro episodio del Compló Internacional.
En México, pese a todo, no se subrayó como lo ameritaba la importancia de la colaboración entre nuestros países. México y la Argentina, en conclusión, son dos países periféricos que están sacando a flote la colaboración de una región históricamente saqueada, dividida, ninguneada. La región célebre, más desigual del mundo. Esta colaboración es un granito, insuficiente quizás para resolver el desabasto de las vacunas. Pero este gesto mantiene vivo el sueño de la unión entre los pueblos latinoamericanos. El sueño de un futuro mejor para nuestra América Latina.