Hará 20 años que el profesor Henry Jenkins, un estudioso sobre tecnología y sociedad, distinguió entre la cultura participativa en el terreno del entretenimiento y la coparticipación en los contenidos que navegan y se consumen por los medios digitales. Si en algo participamos activamente, es en meterle mano a los contenidos, ya como productores o como ensambladores. Modificaciones, re-usos, adaptaciones, ensamblaje. Hace tiempo que dejó de funcionar la distinción estricta entre productores y consumidores; ahora somos ambos, somos prosumidores. Nosotros, los que migramos como mejor pudimos a lo digital y los nativos digitales que andan alrededor de los 20 y pocos, fabricamos cotidianamente contenido variopinto. Algunos se decantan por vídeos cortos, memes, tik toks, audios, podcasts o nutrimos nuestro canal o nuestros múltiples canales de YouTube, o todo junto, y las redes sociales nos sirven como autopistas donde los contenidos circulan a grandes velocidades. 

Estos contenidos los compartimos casi siempre con nuestras amistades, familia, cercanos o con quienes nos une algún interés. Esta cultura participativa o ensambladora no es estrictamente nueva, es cierto, porque despertó en los 60´s con respecto a los seguidores del cine, la nombraron la fans culture, pero el sistema actual en su conjunto es totalmente diferente. Los likes, los mensajes, la ultra velocidad, los corazoncitos, la conversación múltiple o la interacción exponencial. Sorprende quienes nos hablan aún de radio o televisión, ¿no es cierto? Te escriben si viste aquello de La hora de opinarWhat ? Qué es eso. Especímenes del viejo broadcasting, del viejo sistema de medios. No me detendré en las habilidades o en las condiciones materiales necesarias para habitar esta ecología de medios. Estos requisitos no son democráticos.

En Las leyes de la interfaz, escrito por uno de los alumnos de Jenkins, Carlos Scolari, observa cómo ciertas interfaces del pasado fueron adaptadas con éxito en las contemporáneas: proveniente de la telegrafía del siglo XIX, el mensaje de texto SMS lo incorporó WhatsApp, el audio lo adaptó Twitter, el poder de la ultra interacción, propia de las redes sociales, lo integró ya Clubhouse, la nueva red social hecha con base únicamente en la voz y nada más. Etcétera. Convivencia, adaptaciones, simbiosis. Cooperación, antagonismo y competencia también. Una de las valiosas aportaciones de Scolari es que la noción de interfaz no es sólo una pantalla. Podemos referirnos a los microcosmos sociales o políticos como si se tratara también de una interfaz.

Como ocurre con la escuela y la política, hay interfaces del pasado que no han cambiado. Esos espacios solemnes, el congreso, Palacio Nacional o antiguamente Los Pinos, donde reinó la oscuridad, el secreto, los pactos obscenos contra las mayorías. No nos representan o todos son iguales, son expresiones coloquiales que sintetizaron o sintetizan muy bien esta constatación de la parálisis de la interfaz política. Puede verse a la 4T junto los mejores esfuerzos asociados, como un intento serio de modificar esta interfaz. Está en eso la 4T, digamos, sin lograrlo del todo.

Ahora bien, quizá se enteraron que la joven youtuber jalisciense, Juncal Solano, cabeza en jefe del canal “El charro político”, aspira a convertirse en diputada local en Jalisco por MORENA. La habíamos visto recién en televisión abierta comentando sus disputas contra Lilly Téllez y parte de su notoriedad se debió también por el marcaje personal que le ha hecho al gobernador Enrique Alfaro. “Sudo como Alfaro” fue el hashtag célebre en agosto o julio del año pasado, cuando lo puso en aprietos en una mañanera por haberlo cuestionado puntualmente sobre el crecimiento exponencial de la deuda pública en Jalisco. Como muchos otros canales de tendencia obradorista, Juncal Solano ofrece contenidos cuya relevancia no reside en el comentario original, sino en la actitud honesta, bienintencionada, crítica también, que busca la credibilidad. Cuando se tiene que aplaudir a la 4T, dice, se le aplaude; cuando hay que cuestionarla, concluye, se le critica. No es la regla, dicho sea de paso, en la mayoría de medios oficiosos.

Dicho todo lo anterior, ¿qué es lo que yo leo aquí? A diferencia del otro obsceno cruce de fronteras, como los casos de Blue Demon Jr., Paquita la del barrio o Lupita Jones, figuras mediáticas que buscan competir este año por el cargo público de relevancia, Juncal Solano puede modificar la clásica interfaz de la política (mexicana), al incorporar lo mejor de la interfaz de la plataforma digital. Tiempo real, instantaneidad, interconectividad, fluidez, evidencias en pantalla para la rendición de cuentas para el caso de las tomas de decisión. Una figura, Juncal Solano, nativa digital, que concentra la posibilidad real para el ensamblaje de contenidos políticos, como agendas, leyes, reformas, con base en el uso potencialmente democrático de una interfaz digital. Se interponen, desde luego, Alfaro, MORENA, los trolls, las condiciones materiales de la conexión, etcétera. En todo caso es una oportunidad, quizá lo logre.