NO ES LA PRIMERA VEZ que un foro alrededor de Enrique Krauze muestra el oficio del sesgo, la línea y la parcialidad. A pesar del estallido mediático de “Operación Berlín” y de los testimonios de Ricardo Sevilla, Krauze ha seguido moviéndose con absoluta libertad. Dudo. ¿Debo escribir que ha actuado hasta la fecha con toda impunidad?
Para un lector no familiarizado con la actualidad mexicana, “Operación Berlín” y el testimonio de Ricardo Sevilla apuntan a Krauze como el “autor intelectual”, y a Fernando García Ramírez como el operador en jefe, de una campaña furibundamente anti-lopezobradorista. Fake news, memes, vídeos, mensajes, propaganda, rumores, golpeteo constante el principal contenido de la campaña. Pero no sólo. Fueron señalados como “patrocinadores” que financiaron la campaña los dueños de la Fundación Coppel, el director general de Cinépolis, el presidente del consejo directivo de Grupo México y políticos del Partido Acción Nacional. Pero no sólo. Sevilla documentó investigaciones a pedido por García Ramírez para luego verlas publicadas en diarios extranjeros bajo la firma de Enrique Krauze. Véase Ricardo Sevilla, “Krauze operó contra AMLO: la campaña de la insidia”, en Aristeguinoticias, del 17 de marzo de 2019. [En línea] http://cort.as/-J-nW. [Consultado el 31 de mayo de 2019]. Y Juan Carlos Rodríguez, “Operación Berlín: conjura AntiAmlo”, en Eje Central, marzo de 2019. del http://cort.as/-J-oa. [Consultado el 31 de mayo de 2019].
De Sevilla desconocía todo. Fernando García Ramírez, operador de la revista Letras Libres, lo reclutó siguiendo órdenes de Krauze para fines innobles y lo concibió a Sevilla como un “intelectual de alto rendimiento”.
Krauze moderó una mesa en aquel foro del que hablaré más adelante, fue tolerado por un auditorio atiborrado y aludió exaltante a los riesgos sin precedentes que sufre la prensa libre en México. ¿Cómo es posible incluso que haya sido aplaudido? ¿Qué clase de género es éste? Me siento obligado a tomar un autobús e ir a comprobar in situ si Guadalajara goza de conexiones a Internet. ¿Se habrá convertido la capital de Jalisco en algún islote reaccionario, tierra de resonancia cristera al fin y al cabo, alejado del pulso del mundo? ¿Krauze, y su gavilla, aplaudidos y tolerados en un salón universitario? Bajo el halo de la lucidez, alguien se refirió alguna vez a México como el país donde nada pasa.
“Operación Berlín” y el testimonio de Sevilla fueron temas públicos y ampliamente conocidos. No regresaré innecesariamente a ellos. Ambas fuentes, empero, señalaron que Krauze operó como un facineroso conspirador, o un líder de gavillas digitales, antes y durante la campaña presidencial de 2018.
Ya tiempo atrás Carlos Fuentes lo había conceptualizado a Krauze como una “cucaracha ambiciosa”. Traían un pique, Fuentes y Krauze, desde el lejano gobierno de Luis Echeverría cuando Fuentes decidió apoyarlo tras los acontecimientos fúnebres de 1971 y Krauze lo atacó a Fuentes siguiendo las órdenes puntuales de Octavio Paz. En realidad, el verdadero diferendo era entre Fuentes y Paz. Una disputa poética y política entre los dos escritores.
Al respecto de la “Operación Berlín”, mi hipótesis es que Krauze previó que los efectos políticos que buscaba con sus ensayos reciclados en El pueblo soy yo (Random House, 2018), en apariencia sobre el populismo pero en el fondo dirigidos a golpear nuevamente a López Obrador, no iban a bastar para volver a montar la cantaleta de los riesgos que supondría la llegada del “mesías tropical” a la presidencia. Desde luego, habría que preguntarse qué ensayo político ha influido realmente en el estado de ánimo de los votantes. Un ensayo que empuje la dirección masiva de un voto. Casi impensable.
Krauze no tardó en constatar la derrota de los efectos buscados con la lectura de su libro y resolvió actuar simultáneamente. Un liberal que se exponía en salones universitarios o salas de prensa sobre las taras del populismo, pero actuaba también en lo oscurito en la calle de Berlín 245, Coyoacán, bajo el oprobioso principio de la conspiración. En pleno despegue de la 4T, ¿cómo es posible que Krauze siga hablando sin interpelación alguna? Alfredo Jalife es partidario de que el desprestigio intelectual, como el que ya carcome a Enrique Krauze, es mucho más severo que la purga que la prisión ejerce.
Salvo el golpeteo adiestra y siniestra en el que suelen caer muy a menudo los usuarios en redes, de dimes y diretes y del uso recurrente de la descalificación o del insulto, o envueltos en los torbellinos del fake news, Krauze tampoco ha sido cuestionado en serio por los señalamientos públicos sobre los grandes beneficios del que han gozado sus dos empresas, la editorial Clío y la revista Letras Libres, en los gobiernos anteriores. No basta que los imputados afirmen que son las empresas, y no los personajes de carne y hueso, las que reciben cuantiosas cantidades de dinero público.
En días pasados, frente a la publicación de la lista no oficial del chayote, esta revista se sintió obligada a presentar sus cifras, mandar tuits y a presentar porcentajes sobre los beneficios recibidos durante el peñismo. Letras Libres afirmó tajante que la publicidad contratada del gobierno anterior ascendía al irrisorio porcentaje menor al uno por ciento. Sin embargo, no mostró, o no quiso mostrar, las cifras recibidas por parte de gobiernos estatales o municipales.
Krauze es un autonombrado liberal, repetido ad nauseum por él mismo, que se ha favorecido del gasto del estado mexicano. Una extraña manera la de Krauze de ser liberal.
A propósito de la última visita de Mario Vargas Llosa a México, la fundación que preside y en colaboración con la Universidad de Guadalajara vía Raúl Padilla y su actual rector general, Ricardo Villanueva Lomelí, el binomio Vargas Llosa y Krauze organizaron un simposium llamado “Desafíos a la libertad en el siglo XXI”. Fue transmitido en vivo por el canal 44, perteneciente a la UdG y duró la jornada entera del domingo 26 de mayo. Título risible, pomposo, ajeno a la pena, pero esta clase de foros, así como sus títulos, los auspicia esta “Fundación Internacional por la Libertad” porque la “crítica del populismo” y la “defensa de los regímenes democráticos” son según sus funciones. Bueno.
Aunque goza de un Cervantes o de un Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa se equivoca a menudo en materia política, pero no lo había hecho tanto, o sistemáticamente, en una sola intervención. Larga letanía de Vargas Llosa sobre cómo Chile es el ejemplo de país logrado. Quedó atrapado Vargas Llosa en las coordenadas de los años de 1990 cuando se bombardeó a la región latinoamericana con esta idea simple y falsa. Sostiene que el foro que él propuso con su visita a la Universidad de Guadalajara atrajo a la intelectualidad más importante de México. Falso de toda falsedad. No asistió, digamos, Paco Ignacio Taibo II, Lidia Cacho, Alfredo Jalife, Viridiana Ríos, el ex subcomandante Marcos, Vivian Abenshushan, Luis Hernández Navarro o Madame Didi. Y agregue usted al intelectual, hombre o mujer, que le arroje emoción y luz.
¿Quiénes realmente asistieron al foro? El facineroso de Enrique Krauze, desde luego, y sus amigos de cuadra. Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda, José Woldenberg, Christopher Domínguez Michael, Guillermo Sheridan, Héctor de Mauleón, Roger Bartra, Federico Reyes Heroles y otros especímenes menores de la fauna dizque pensante. Para garantizar el mote de foro internacional, intervinieron un argentino y otro peruano, al parecer el carnal de Vargas Llosa, que ni fu ni fa.
En general, todos ellos son algunos de los grandes perdedores de las elecciones de 2018. O los perdedores más visibles que se aglutinaron como mueganitos bajo la consigna de “desafíos a la libertad” cuando lo que está detrás de todo aquello no es más que el cuestionamiento público y generalizado a sus intervenciones como “intelectuales”. O, también, el cuestionamiento abierto y cotidiano a los medios tradicionales de los que muchos de los asistentes al foro colaboran o dirigen. Experiencias, ambas, que los irrita y les destroza el hígado y los nervios.
No abundaré en la percepción de Vargas Llosa sobre Chile, Venezuela o Argentina. Es el puro y llano sentido común lo que sostiene Vargas Llosa sobre lo que alude de los países sudamericanos. Venezuela es el infierno. Chile es la salvación. Argentina debe reelegir este diciembre a Mauricio Macri. Pero se equivoca Vargas Llosa en las preguntas sobre México. Con la elección democrática de la que salió ganador López Obrador, se pregunta el indiscutible escritor de ficciones, ¿se ha anclado el populismo con su llegada? ¿Se destruirá la democracia con el arribo de López Obrador? Y fueron estas dos preguntas de un escritor errado políticamente lo que dio pauta a tres mesas de intervenciones y de propaganda de la actualidad mexicana.
No es el mejor ejemplo, pero ya Obama, dicho sea de paso, que no pasó nunca por ningún político radical, respondió a los cuestionamientos ramplones sobre el populismo. Anteponer el interés de la mayoría sobre las élites. O el bienestar popular en detrimento de las cúpulas económicas o políticas. Aunque Obama, desde luego, no fue el mejor exponente de ir contra las élites.
La voz que inauguró el foro fue la de Krauze. Recuerda de inmediato el encuentro de 1990 encabezado por Octavio Paz: “Encuentro Vuelta, la experiencia de la libertad”. Un conversatorio, sin duda importante, celebrado en el ex Distrito Federal y transmitido por Televisa. Fernando García Ramírez, dicho sea de paso, fue el editor de los siete volúmenes de las memorias del encuentro.
De manera forzada e increíble, Krauze quiere creer que este encuentro celebrado en Guadalajara es equivalente al que organizó Paz con el propósito adicional de celebrar su Nobel. En aquel debate participaron como invitados internacionales, entre otros, Cornelius Castoriadis, Leslek Kalakowski, Jorge Semprún, Peter Sloterdijk y Jean François Revel. Y nacionales como Arnaldo Córdova, Carlos Monsiváis, Rolando Cordera y Adolfo Sánchez Vázquez. Por rencillas que no vale traer a cuento aquí, no fueron convocados ni Fuentes ni Gabriel García Márquez.
Sólo un obtuso irremediable puede atreverse a comparar penosamente a Sloterdijk, digamos, con Federico Reyes Heroles. O a Castoriadis con un Bartra. O a Semprún con un Christopher Domínguez Michael. O a Monsiváis con un Héctor de Mauleón. O a Adolfo Sánchez Vázquez con un Jorge Castañeda. ¿No les encanta la sagacidad de Krauze?
En aquellos años de 1990, sostiene Krauze, corrían aires favorables para la libertad. Era el período regional de la llamada “transición a la democracia”. México, sin embargo, era una anomalía. México era un sistema sui generis. Recuerda Krauze la frase de Vargas Llosa de la “dictadura perfecta”. Omite Krauze que Paz enfureció con dicha frase y polemizó duramente con Vargas Llosa por su inexactitud. Uno más de los exabruptos de nuestro Nobel. Recuerda Krauze procesos como las elecciones de 1997, el Instituto Federal Electoral y la frágil construcción de la democracia en México. Ese “relato épico” que Woldenberg le encanta contar y volverá a contarnos en su intervención en el foro. Ahora ya no es la experiencia de la libertad, dice Krauze, sino los desafíos a la libertad. Extraños desafíos a libertad en México que no impiden realizar un foro entre los amigos de Krauze. Desde el 2001 corren vientos desfavorables, agrega el liberal: los fundamentalismos y los regímenes populistas de izquierda o de derecha que han soterrado los regímenes democráticos. Los populistas, sostiene nuestro liberal, entronizan a los hombres fuertes. A partir de las votaciones del 2 de julio, se pregunta, como ya lo ha hecho Vargas Llosa, ¿cómo vamos a cuidar nuestra democracia? Y termina, como siempre lo ha hecho, lucrando con el legado de Octavio Paz: “sin democracia la libertad es una quimera, escribía Paz, pero sin libertad la democracia es una tiranía”.
No lo hará en esta primera intervención sino en una posterior. Con gran temple, Krauze se siente sorprendido por el uso faccioso con el que López Obrador se expone en Palacio Nacional. Expresa su absoluto extrañamiento y su enorme preocupación con el que López Obrador habla de la prensa. La ha llamado, recuerda Krauze, entre otras linduras, “hampa del periodismo”. Es inconcebible y sumo alarmante, continúa Krauze, que un presidente se exprese de ese modo vil. López Obrador ha recurrido a la frase, es verdad, y a otras, pero López Obrador sostuvo en una mañana reciente que el mismo caballero liberal Enrique Krauze había sido el autor de la sentencia del “hampa del periodismo”. What ?
Publicado originalmente en la revista Vuelta, y luego incorporado en Por una democracia sin adjetivos (Joaquín Mortiz, 1986, p. 71), el ensayo más importante de Krauze según consenso general, “el hampa periodística”, en efecto, la patentó Krauze. ¿No les fascina la rigurosidad de Krauze? La desmemoria de nuestro también historiador sin cédula profesional lo volvió a colocar a Krauze en el banquillo del ridículo nacional.
Héctor Aguilar Camín, por su parte, inmediatamente que tomó la palabra no dudó en afirmar que, con la llegada de López Obrador, México ha adentrado en el derrotero del populismo. Nos recuerda el catálogo de observaciones de un régimen populista. No lo pensó él. Se contenta Aguilar Camín en reproducir en breve un resumen de las observaciones de un estudioso alemán: Jan-Werner Müller. Estos liberales son duchos en la repetición de lo que piensan otros. Extranjerizantes y flojos.
Omitiría en verdad la intervención de Aguilar Camín, pero lo cierto es que este tipo de observaciones se han generalizado y nutren a la supuesta crítica al populismo. Vale señalar que gran parte de las intervenciones posteriores, aglutinados en mesas distintas, las de Woldenberg, Bartra, de Mauleón, Domínguez Michael, Reyes Heroles o Jorge Castañeada rondaron, cada quien a su modo, “muy comprometidos todos con la libertad”, por los rumbos de Aguilar Camín.
Veamos. (1) La voz del presidente es la voz del pueblo. Hubo presidentes, olvida Aguilar Camín, que fueron la voz de los bancos extranjeros y así nos fue. Crecimiento pobre y altas tasas de desigualdad. (2) El populismo es la captura total del estado. Pierde de vista Aguilar Camín que hubo intentos sistemáticos durante el largo invierno del neoliberalismo en México de desmantelarlo, enajenarlo, mal venderlo. El gran atorradero de México fue el libertinaje en el que cayeron funciones primerísimas del estado. (3) Son gobiernos los populistas, dice Héctor Aguilar Camín, que desdeñan a los organismos autónomos (INE, Banxico, CNDH, etcétera). No menciona Aguilar Camín que los cacareados organismos autónomos, muchos de ellos, son hoyos negros de corrupción, elitismo e ineficiencia. (4) Son gobiernos los populistas, sostiene, que contienen a los medios de comunicación o periodistas. Hemos sido testigos, en cambio, y lo omite Aguilar Camín, que el narco y los gánsteres de los políticos locales son las amenazas reales a los periodistas de a pie. (5) Los gobiernos populistas generan nuevas clientelas con el dinero público. Aguilar Camín niega un hecho sistémico: no hay gobierno en ninguna parte del globo que no gaste sumas importantes de dinero en programas sociales y ayudas, sobre todo aquellos gobiernos que buscan márgenes mínimos de bienestar de la población más pobre. (6) A los gobiernos populistas les da por hacer nuevas constituciones. Una nueva carta magna es un rumor, o un deseo de algunos, pero que yo sepa no está en la agenda del actual gobierno. Y finalmente se pregunta Aguilar Camín, ¿hasta dónde va a llegar este gobierno en el avance de este proceso?
Después de un largo rodeo especulativo sin importancia Jorge Castañeda dijo algo interesante al final de su intervención, que será inspiración de las dos siguientes de Christopher Domínguez Michael. No es brillante, pero Castañeda tampoco es un tonto. Fue secretario con Fox, lo que ciertamente pone a prueba si es o no es en verdad un tontuelo mal hablado. Percibe bien Castañeda, empero, que el nuevo posicionamiento de las redes y la mañanera de López Obrador están colocando una nueva agenda mediática. Las redes y la mañanera gozan, ambas, de una posición estratégica y en busca de la hegemonía cotidiana. Una agenda en torno, o a favor, de los proyectos o de los propósitos de la 4T. Las reglas básicas del juego en tiempos de la digitalización, Internet y la conectividad.
Por lo tanto, asegura Castañeda, si los liberales (léase ideólogos de quinta como todos los que asistieron a este foro) siguen actuando solos y por su cuenta, publicando individualmente aquí y allá, “los van a barrer”. Y no hay forma de ganar esta batalla. Y habla Castañeda entonces de una “resistencia intelectual o conceptual” en defensa de la libertad. Porque están en juego severas amenazas. Y entonces tienen que alzar colectivamente la voz. Y también actuar grupalmente y redefinir su rol de intelectual. Y fue entonces que el auditorio aplaudió a rabiar.