¿Debe sorprendernos que la cantante “Paquita la del barrio” —intérprete del género ranchero y otros antojitos mexicanos, de 73 años—, vaya a contender electoralmente por una diputación local en Veracruz?
En sus declaraciones como precandidata, la guerrillera del bolero —también conocida como La reina del pueblo—, aseguró que su postulación política responde a un acto de amor. Quiero entenderlo como cuando entra y sale de la promoción musical. Un amor golpeado, diríamos. Reconoció que no sabe de política, cosa, de entrada, muy grave, pero que hay personas, muy capaces, detrás, que le van a enseñar cómo funciona el asunto. Nos podemos reír, nos podemos tirar al llanto, pero la noticia de su candidatura es real.
Es Movimiento Ciudadano el partido político que respalda la candidatura de “Paquita la del barrio”. En este contexto, podemos desear anticipadamente, por lo menos, que aquellas personas, muy capaces, no sean las mismas que asesoran a Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco por Movimiento Ciudadano, que tiene a Jalisco hecho un caos. ¿Se acuerdan del caso de Giovanni López? Un albañil que fue desaparecido por la policía estatal, encontrado muerto después, por no haber llevado puesto la mascarilla en el rostro contra el nuevo virus.
Así como Movimiento Ciudadano se interesa por candidaturas de individualidades provenientes de la farándula y el espectáculo, el Partido Encuentro Social, el partido cristiano de México, se interesa por aquellas que provienen del mundo deportivo. Como parte de la oposición actual, y para arrancarle a MORENA lo que puedan arrancarle, es natural que estos partidos busquen algunas fórmulas conocidas que funcionaron en contiendas electorales previas. La oposición actual, dicho sea de paso, no la tiene nada fácil porque, con López Obrador en el campo global de campo, y en consideración del regreso explosivo del cabecita de algodón, MORENA se perfila a ser el vencedor en las elecciones intermedias, pese a que MORENA ha cometido desfalco tras desfalco, y no se vea por dónde va a salir de la oscuridad del espacio. Un escenario que se prevé en los inicios de febrero, desde luego, siempre y cuando no ocurra algo extraordinario. Esta bondad del tiempo político, ligado totalmente a los avances de la 4T en todas las materias, no va a durarle para siempre a MORENA.
La fórmula “Paquita la del barrio” como candidata puede funcionar, o no. Dado que la política mexicana y casi todos los jugadores partidistas en particular deben confrontar y remontar el escepticismo, las dudas, la animadversión porque, se dice, “todos son iguales”, igual de ladrones, igual de corruptos, y otros adornos por el estilo. Esta creencia es mucho más extendida de lo que creemos, y es firme en aquellos individuos que creen que la política se reduce a pactos en lo oscurito y que nunca sabremos quiénes en verdad son los que toman las decisiones importantes y en función de qué intereses. Aunque la 4T se ha propuesto dignificar la representación política, cero corrupción y rendición de cuentas, etcétera, la política mexicana es consciente de su déficit y, a veces, no siempre, se decide a importar jugadores foráneos para neutralizar el rechazo y abrirse paso. Luchadores, actores, actrices, deportistas, cantantes de cumbias, sones y boleros.
¿Qué es lo que hemos hecho para merecernos esto de las candidaturas como las de “Paquita la del barrio”? Podemos suponer que los dirigentes de los partidos políticos son lectores de novelas de vaqueros, primer punto; se aproximan a figuras-candidatos con legítimas preocupaciones públicas o políticas y, enseguida, les hablan de historias con final feliz, de su trascendencia como figuras públicas, de su posible buen desempeño; y en conclusión, son traídos a escena y se espera que su historial en blanco, políticamente hablando, funcione y reditúe electoralmente. Pero la transferencia de los méritos artísticos o deportivos en capital político dista mucho de ser eficaz o en flujo continúo. Es decir, los hits musicales, las medallas deportivas, el cariño guardado en el corazón de la gente o el reconocimiento masivo, etcétera, no se traduce en conexiones, agendas, narrativas políticas, sustrato social, estilo personal de gobernar, digamos. Y si uno considera lo que ha ocurrido en el pasado, lo que observamos más adelante es un escenario muy pobre, con resultados muy desalentadores y problemáticos.
Pregúntele, si no, a Lilly Téllez, reportera y ex conductora de Tv Azteca, después senadora morenista, panista después, sabrá Dios qué más adelante, experta en vacunas y en salud pública sin haber pisado nunca un laboratorio de investigación clínica. Pregúntele, si no, a Cuauhtémoc Blanco, ex delantero profesional que desbordaba con gran espectacularidad por las bandas, después alcalde de Cuernavaca, después gobernador de Morelos por MORENA, que se encuentra en el fondo de la tabla de todos los gobernadores evaluados. Pregúntele, si no, a Ana Gabriela Guevara, atleta de fuerza explosiva en las pistas de los 400 metros, que ha sido señalada por actos de corrupción en la Comisión Nacional de Deporte. Pregúntenle, si no, a Sergio Mayer, ex integrante del grupo exótico Garibaldi de los años 90, después senador por MORENA, después presidente de la Comisión de Cultura del Senado de la República, y sólo él sabrá qué ha hecho por la cultura en México. Y la lista, tristemente, puede continuar.