Una versión anterior fue publicada en Revista Crítica, el 23 de noviembre de 2019.

Nos encontramos en la Argentina con el amanecer del decenio de 1940. Después de la militancia comunista, tras la experiencia científica llevada hasta las últimas fronteras del campo y como efecto no buscado del contacto con los estertores del surrealismo en París, Sabato, como lector profesional, se formará en las páginas de la revista Sur. Cosmopolita, libresca, de experimentación, de traducciones. Es la expresión más clara, la revista Sur, de la alta cultura en la Argentina.

De la experiencia científica, expondrá Sabato más adelante, recuperó la rigurosidad y la crítica permanente, que tradujo en la renuencia a publicar, a extender (quizá con sobrada razón) los períodos de escritura, en la insatisfacción con las novelas. Sabato sólo publicó tres novelas, separadas cada una por trece años.

Ha conocido por medio de las páginas de Sur a los mejores escritores y ensayistas del siglo XX, en el género literario que más le interesa: Chestov, Berdaieff, Martin Buber, Dostoyevski, Nietzsche, Kierkergaard, Jean Paul Sartre. Todas esas páginas de la exaltación del yo, el desdoblamiento, las tribulaciones metafísicas, la fragilidad de la condición humana.

Sabato, desde sus inicios, está de lado de los “hombres letrados”. Los atributos de la inteligencia y la sensibilidad los juzga como atributos mayores. Propiedades exclusivas de una minoría, desde luego. Colabora, publica, reseña, participa en la línea editorial de la revista que comanda Victoria Ocampo.

Henríquez Ureña fue el principal contacto, el lazo, el puente con la revista Sur. Después de una intensa actividad intelectual en México, interrumpida por la Revolución Mexicana, se trasladó a la Argentina y vivió en el país del sur hasta su muerte en 1946. Nunca los pares argentinos del dominicano le rindieron homenaje como merecía. Un poeta, que se ganaba la vida dictando clases de gramática o de español a jovencitos del secundario. Un hombre letrado, Henríquez Ureña, que buscó incansablemente la síntesis entre la metáfora y el ensayo, entre el lenguaje figurativo y la claridad argumentativa. De algún modo, mi hipótesis, Sabato es la continuación del proyecto trazado por Henríquez Ureña pero en el campo de la novela. Combatió toda su vida Henríquez Ureña el positivismo cultural, esa invasión insensata de la cifra en el texto.

 Las primeras publicaciones de importancia de Sabato, el ensayo y la novela, arrancan una posición al pesebre de la revista Sur. ¿Cómo es posible que un paracaidista proveniente de las ciencias físico-matemáticas confrontara con éxito a escritores profesionales o a escritores que desde niños, como Jorge Luis Borges, se sabían ya escritores?

Sabato, desde luego, es una producción material de un autor. Necesitó de mecenas, concursos, maestros, contactos, redes, jurados, editores, editoriales, librerías, kioskos, lectores. Mecanismos sociales y materiales de la producción de la literatura, de los autores y de los libros.

Inaugurada la figura pública de escritor con el ensayo Uno y el universo de 1945, texto merecedor de un premio otorgado por la municipalidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sabato comenzó a ganar lectores y las críticas inaugurales fueron favorables. Ha publicado El túnel de 1948 y el ensayo Hombres y engranajes de 1951, quizá su ensayo más poderoso y lúcido. Una crítica contundente a la razón y al dinero.

Sucede en lo inmediato el derrocamiento de J. D. Perón en septiembre de 1955 y no tardará en producirse el choque frontal con Borges, que terminará en ataques personales y ruptura. Borges le espetará a Sabato el padre de los pobres y aludirá a la categoría filosófica de hijo de perra. Sabato, por su parte, contrario a las flamígeras habilidades escriturales de Borges, evidenciará que el hígado le dominaba a Borges con respecto al “monstruo” del peronismo. El hecho maldito del país burgués, según la clásica expresión de John William Cooke, poderoso pensador, un hombre muy gordo, el ideólogo más importante del peronismo. Una comunicación entre Borges y Sabato que se restablecerá hasta el verano de 1973-1974, cuando un contacto fortuito en una librería de Buenos Aires, Orlando Barone los logre convocar de nuevo para un intercambio de puntos de vista (literarios) que durará un par de días. Una joya literaria y testimonial que se encuentra disponible en los anaqueles de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, en la Avenida Las Heras al 2502.

El peso de la política se va imponiendo más a la cultura en la Argentina. Aparece en 1961 Sobre héroes y tumbas, la nueva novela en la trayectoria de Sabato, que no puede obviar la caída de Perón. Una novela mucho más ambiciosa, que combina el costumbrismo, la investigación histórica, la nota policial y la fantasía lúgubre. Muchos géneros traspasan y se encuentran en Sobre héroes y tumbas. La literatura que practica Sabato crea, recrea, sublima, niega, transforma, dialoga con lo que ha sido el peronismo, con sus restos y con sus riesgos.

Incluso antes, pero a partir de 1961 con toda seguridad, Sabato busca la posición que aún no tiene. Busca una mayor visibilidad, una mayor exposición y el número de ventas de Sobre héroes y tumbas, cifras contundentes o extratosféricas para un país como el argentino, lo catapultará muy pronto a un lugar privilegiado. Una posición altamente visible, que la explotarán las revistas y los diarios: tanto de contenido serio y denso (política, periféricos suplementos literarios, crítica literaria) como liviano y banal (entrevistas, reportajes, vida nacional de superficie).

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