En el pasado diferendo público entre Sabina Berman y John Ackerman, supimos que Sabina Berman quería traer al expresidente Felipe Calderón al programa televisivo que condujeron ambos y no existe más: John & Sabina. Berman argumentó que buscaba dotar de balance o equilibrio a un programa de línea editorial simpatizante con la 4T.
Entre que sí era positiva la idea del equilibrio y entre que era una pésima idea resucitar a un cuasi cadáver político, este desacuerdo abonó en la ruptura final. Se canceló el programa televisivo y sobrevino todo lo demás. Ackerman era un intelectual autoritario y Sabina Berman una feminista ejemplar. Juicios breves que circularon a gran velocidad. Nosotros en El Compló hablamos de un intercambio venido a menos que se hundió finalmente en un embarazoso pantano. ¿Qué anticipó este desfalco entre la 4T y las posiciones liberales?
De aquel hundimiento televisivo, Sabina Berman se replegó un poco, se contentó en compartir la mesa con la politóloga de derechas Denise Dresser en Aristegui Noticias, espacio que sigue ocupando, y recientemente inauguró su nueva propuesta de entrevistas por televisión. Desde el 2013 he seguido de cerca la faceta de entrevistadora de Sabina Berman. Es sin duda su mejor rostro. Y su deseo de entrevistar a Felipe Calderón lo consumó por fin el pasado jueves 29 de abril.
Esta entrevista es un registro de cierto interés, aunque les aseguro que si se deciden, no van a encontrar francamente mucho. Arisco, envalentonado en su zona de confort, consumido por lo que bebe, Felipe Calderón se ha convertido en un expresidente de los más activos que no logra sobreponerse a los tiempos actuales. No fructiferó su partido político. No crece sino decrece la carrera política de su mujer. No existe más el Partido Acción Nacional que lo llevó a la presidencia y, sin embargo, es una voz que le gusta alzar la voz dentro del concierto de las voces histéricas.
Son tres los aspectos breves que quiero destacar de la entrevista. A la manera de cierta especie en estado letárgico que busca despertar y tomar desprevenida a su presa, Felipe Calderón vuelve una y otra vez al dogma neoliberal hecho a la mexicana. Porque si no es la 4T, apá, con todo y sus desfalcos, lo que resta en el espacio político nacional es el dogma neoliberal made in Mexico, que Sabina Berman nos hizo favor de recordar en voz osada de Felipe Calderón.
Por sobre todas las cosas, cree en la eficiencia del mercado con un poquito de intervención estatal. No hay pandemia, virus letal o pérdida astronómica en las urnas que les enseñe a estos tipos que el mercado es eficiente, sí, pero que no sirve para resolver los mega problemas estructurales del país. No lo hizo en el pasado y no hay razón alguna para esperar que los resuelva ahora ni en el futuro.
Felipe Calderón, además, cree en la guerra, aunque la quiera nombrar de otro modo, como uso legítimo/constitucional de la fuerza, defensa de la constitución, etcétera. A los narcotraficantes se les combate en su terreno, insiste Calderón, aunque zonas enteras del país queden varadas en un desierto lleno de fosas y de huesos. Y como nos lo enseñó muy bien Edgar Allan Poe, no hay aspecto más horroroso de la muerte que su normalidad.
Profundo creyente de un individualismo exacerbado, Felipe Calderón, finalmente, cree en los mejores y los exitosos en los puestos de comando, pero nunca supimos de esta prestigiosa casta en su sexenio. Sí conocimos, en cambio, a los miembros del calderonismo que fueron asesinados por alguna razón a saber o que están presos en Estados Unidos.
Las elecciones se aproximan con puntillosa velocidad. Fieles quizá a la idea de balance o equilibrio, algunos seguramente se decantarán por el franco NO a la 4T.
Hay que decir de inmediato que la idea de balance es buena idea pero funciona rara vez. Pensadores, sociólogos, filósofos han querido encontrar la posición de equilibrio, de distanciamiento frente a todas las posturas, y casi todas las veces les resulta mal. Es cierto que no lo desean, pero terminan favoreciendo a los más poderosos o al status quo. Puede venir lo peor, como lo ocurrido con el extinto programa televisivo John & Sabina.
Así las cosas, reformulemos algo mucho mejor. ¿No vale este 6 de junio, como a los vampiros y los monstruos de la noche, enterrarles la estocada final?